Después de cuatro días viajando en barco por el Amazonas, llegamos a Belem. Una ciudad grande y muy ruidosa en el Estado de Maranhao. Recorrimos sus calles con miles de puestos por todas partes, comimos cangrejos en el puerto y pudimos ver multitud de frutas y mariscos en el mercado Ver-o-peso. Visitamos su catedral y las calles más pintorescas.
Pasamos tres días muy calurosos. La gente de esta zona es muy llana y simple que no tiene grandes riquezas pero que vive feliz.
Pasamos tres días muy calurosos. La gente de esta zona es muy llana y simple que no tiene grandes riquezas pero que vive feliz.
Continuamos en este estado y nos quedamos en Saõ Luiz a medio camino de Fortaleza. Este pueblo ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y por eso está muy cuidado, con calles empedradas y edificios muy coloniales recientemente reformados. La vida durante el día es muy tranquila sin embargo por la noche se transforma.
Continuamos nuestro viaje a Fortaleza en el Estado de Ceará. Una ciudad muy grande pero sus playas bastante turísticas como Praia do Futuro donde nos quisieron vender de todo mariscos varios, comidas típicas, manteles, helados, pareos, figuras y marcos de madera, algodon de azucar, frutos secos, cocos fríos, bronceadores, refrescos,... Así que decidimos escaparnos a un pueblecito pesquero a unos 50 km de Fortaleza, Iguape. Allí pasamos dos días de lo más relajados y disfrutando de una playa desierta. Pero una faringitis, nada grave, nos obligó a regresar a Fortaleza para ver a un médico. Y como teníamos dos días más en Fortaleza decidimos conocer la ciudad acompañados de un chico brasileño de Pernambuco.
Él tenía previsto un recorrido bastante completo por la ciudad: el centro cultural, la catedral ( muy moderna ), el mercado central ( una locura de pequeñas tiendas ), el passeio público, el puente de los ingleses....
y este teatro José Alencar bastante sorprenderte su patio interior y su estructura, además de estar situado en un parque muy grande y muy bonito. La verdad es que con Marco descubrimos partes de Fortaleza muy interesantes. Y continuamos nuestro viaje con él, que mejor que viajar por Brasil que con un brasileño no??
El siguiente destino Beberibe que tiene las playas más conocidas de esta zona. Alquilamos un buggie y las recorrimos en un solo día. Praia das fontes: con caños de agua dulce que caen a la playa a escasos metros del mar y unas cuevas que también tienen estos caños.
Praia de Morro Branco: donde pudimos disfrutar de dunas duras como rocas que recordaban al cañón del colorado que formaban un laberinto que pudimos recorrer.
Además de tener unas piscinas naturales de agua dulce rodeadas de cocoteros que parecían un trocito de paraíso.
Al día siguiente llegamos a Canoa Quebrada, un pueblo bastante turístico pero muy hippie y reagge. La playa impresionante y muy grande. Estuvimos caminando durante unos cuatro km por la playa hasta un pueblo próximo llamado Majõlandia famoso por sus arenas coloridas que meten en una botella haciendo dibujos imposibles.
Tanto nos gustó el pueblo que nos quedamos dos días, nuestro amigo Marco tenía que continuar su viaje y nos despedimos de él.
Y pudimos disfrutar de unos atardeceres increíbles. Continuamos nuestro camino por la costa hasta Areias Brancas en el estado de Río Grande do Norte pero no nos gustó mucho el sitio así que al día siguiente viajamos a Natal en el mismo estado.
En Natal teníamos el teléfono de una amiga de nuestros amigos David y Manu de españa, Flabia e Ian que nos acogieron en su casa como si nos conocieran de toda la vida. Tal fue el feeling, que pasamos en su casa seis días. Vivían en Ponta Negra una playa de Natal de lo más tranquila y bonita que nos vino genial después de una semana sin parar de acá para allá.
Visitamos con ellos otras playas de Natal como Buzios y algunas lagunas que parecían más playas que lagunas. Lo pasamos muy bien con Flabia e Ian y les tenemos que dar las gracias porque se portaron genial tanto es así que nos dió mucha pena irnos y a ellos que nos fuéramos. Pero nuestro viaje tenía que continuar y después de encontrar un vuelo a Río de Janeiro que nos costaba lo mismo que el bus ( 44 horas frente a las 6 de avión ) partimos a un nuevo destino. Río allá vamos.